Monday, January 08, 2007

Crisis de Hegemonía en la Concertación... Es la cultura, estúpido.

Se ha hecho reiterado discutir sobre el eventual fin de la Concertación en los últimos días, considerando los incidentes que han enfrentado a prominentes políticos del conglomerado por asuntos de ética pública. Nos parece que efectivamente la Concertación ha comenzado un proceso que la llevará finalmente a su desintegración, no por lo que pueda o no hacer la oposición, sino por factores y dinámicas estrictamente endógenas.

Las posibles explicaciones a este fenómeno se pueden agrupar en dos grandes perspectivas, a saber: i) aquella que plantea que la defensa radical del interes individual lleva al desastre colectivo y ii) aquella que plantea que la fragmentación surge de la erosión de el ethos colectivo.

Siguiendo este esquema podemos argumentar que el conflicto creciente en el oficialismo podría devenir de la imposibilidad de lograr una agregación armoniosa de los intereses de los diferentes actores del oficialismo, debido a que la "torta" del poder real a distribuir se ha convertido en un incentivo demasiado pequeño o lejano. Piénsese, por ejemplo, en el chantaje que sectores de la DC han hecho al bloque PS-PPD a partir de sus aspiraciones de llevar un abaderado (a) propio como candidato único en las próximas presidenciales. Lejos de legitimar el mecanismo de las primarias internas, la Concertación parece obligada a generar la alternancia interna de modo fáctico por la presión que ha ejercido el partido de la falange.

En el caso del "bloque progresista" de la Concertación parece haber un enfrentamiento manifiesto entre actores centrales y perifericos respecto de la distribución del poder y los cargos. La paradoja de este conflicto consiste en que los que hoy son actores centrales han llegado a serlo luego del triunfo de Bachelet; mientras que los actualmente desplazados son en su gran mayoría los Padres Fundadores de la coalición. Los "nuevos ricos" de la Concertación parecen caracterizarse (al menos discursivamente) por una actitud mas autoafirmativa y menos promiscua que los Padres Fundadores caracterizados por las redes transversales y una fuerte integración horizontal con actores ubicados fuera del oficialismo.

Por otra parte, se podría hablar de causas estructurales o superestructurales para esta crisis, principalmente, el peso del factor cultural o simbólico. Frases como la "ideología de la corrupción" pronunciadas por Schaulson destacan la importancia de los "mapas mentales" que permiten al mismo tiempo representar la realidad y justificar las prácticas políticas dominantes. Sin duda, esta explicación podría resultar demasiado "estática", no obstante, creemos que la pura racionalidad haría de la disidencia y la sedición actitudes esencialmente incomprensibles. ¿Por qué separarse del bloque oficialista si dentro de él todavía tenemos un cierto nivel de acceso al poder garantizado?

Como se trata de utilizar aquellas teorías que mejor nos permitan comprender la realidad política creemos que los enfoques de la racionalidad resultan estrechos. Utilizando el enfoque de la superestrcutura identificamos tres dimensiones del conflicto concertacionista que son condicionadas por la dimensión cultural.

Presidencialismo new age.

La llegada de Michel Bachelet inauguró una nueva forma, ecléctica y sincrética de presidencialismo que aparece incapaz de construir una relación funcional con la estructura de partidos y por extensión con la clase política. La distancia que la Presidenta ha establecido con los partidos y que al parecer la beneficia, según las últimas encuestas, en este caso impide la consolidación de reglas del juego claras para generar capacidad de cohesión y control. El nuevo estilo de Bachelet parece no establecer normas y límites claros para lo que es posible decir y hacer en política.

Habría que responder en esta materia es ¿hasta que punto la existencia de un liderazgo menos vertical y autocrático es un factor para la indisciplina y la pérdida de cohesión de las élites? ¿Podría ser que la administración de Bachelet no llegue a comprender el "peso de la noche"?Mas allá de lo que declarativamente puedan sostener los miembros de las elites, no existe tradición exitosa de gobierno en nuestro país que se funde en el desplazamiento del poder a la clase política y en la disminución del poder presidencial. Históricamente, la actitud frondista en la elite parece ser la contraparte del debilitamiento del presidencialismo en Chile.

Cierre de la transición.

Por otra parte, el término de la transición, cuya prueba más consistente es la desactivación de la amenaza de regresión autoritaria, ha generado una fuerte tendencia a enfrentar y visibilizar los conflictos latentes en nuestra sociedad.

La pregunta que cabría realizarse en esta coyuntura es ¿en que medida existe un desfase interpretativo de la clase política respecto del conjunto de la sociedad en términos de los niveles de orden y conflicto que el país requiere para su transformación? Frente a la mantención de un discurso de la clase política tendiente a prolongar las condiciones de la transición, la sociedad ha recuperado crecientemente el sentido constructivista y conflictivo de la política. Los ejemplos del movimiento de los secundarios y la reiterada disposición favorable a la movilización de diversos sectores sociales parecen ser prueba de ello.

Erosión de la Identidad Concertacionista.

Un último proceso corresponde a la erosión del cemento normativo que le ha dado cohesión e identidad a la Concertación desde 1990 hasta el gobierno de Lagos. Si desde el triunfo de Aylwin llegó a existir algo así como una "identidad de la Concertación", ésta consistió seguramente en una referencia aspiracional que evitaba la fragmentación y la anomia dentro de la coalición gobernante.

Actualmente, la esquizofrenia oficialista se aprecia en la disonancia en el discurso de diversos ministerios frente a temas sociales, en el creciente enfrentamiento entre autoflagelantes, autocomplacientes, lobbistas, oenegeístas, estadofílicos (aunque minoría es un discurso en crecimiento en la DC) y estadofóbicos (la mayor parte del conglomerado adhiere a este polo especialmente en el bloque PS-PPD). En ausencia de tal cemento normativo, la coalición se debate entre una precaria alianza por la existencia de cierta cantidad de intereses complementarios y el fin total del animus maritalis.