Por Marcelo Mella
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Una cosa es ganar una elección, otra consolidar un liderazgo político efectivo. Para esta última meta, Sebastián Piñera deberá afrontar, a lo menos, cuatro amenazas para evitar que la adhesión a su candidatura sea solo un dato fugaz, en un panorama marcado por la crisis de representación de las dos grandes coaliciones.
Como primera amenaza aparece la pérdida de cohesión en su coalición de apoyo. La posibilidad de fragmentación, está reforzada por factores idiosincráticos o ideológicos de larga duración presentes en la derecha chilena. Tal como lo han señalado Renato Cristi y Carlos Ruíz, durante el siglo veinte, la derecha se desarrolló en tres direcciones antagónicas; el nacionalismo, el gremialismo de raíz corporativa y el neoliberalismo. La trascendencia del pensamiento de Jaime Guzmán se fundamentó en una articulación de estos tres polos. El desafío para Piñera, por tanto, consiste en organizar estas diferencias evitando que se conviertan en factores de deterioro político.